Origenes de Belmez

Los restos más antiguos que hasta el día de hoy se conocen de Belmez datan del Neolítico final. Éstos proceden de yacimiento de Sierra Palacios, y en concreto se trata de diversos fragmentos de cerámica decoradas a base de una capa de pigmento rojo (almagra) que recubre toda la superficie. No obstante, es el Calcolítico, etapa posterior al Neolítico, la más representativa en Belmez, ya que se han hallado poblados sepultados de distintos tipos y fases de la misma. Por otro lado, la presencia de restos romanos también es patente en este municipio, muestra de ello son lugares en los que encontramos enterramiento con lápida funeraria, minas de cobre o minas de hierro. Por este término municipal pasa la calzada romana que entonces unía a Mérida (Emérita Augusta) y Córdoba. Los visigodos también pasaron por Belmez, de ahí el conocido ladrillo visigodo de Belmez. No fue hasta el año 1315, bajo el reinado de Alfonso XIII, cuando recibió el título de Muy Leal Villa, para posteriormente concederle el título de Muy Noble Villa, concedido éste por Felipe II, ya en 1597. A Rodrigo Téllez de Girón, comendador de Fuente Obejuna, le fue entregado Belmez en 1460, y cuatro años después la posesión del lugar pasa a manos de la Orden de Calatrava, motivo por el cual el pueblo se vio inmerso en la revuelta de Fuente Obejuna. Hasta 1485 los términos de ambas poblaciones permanecieron unidos, aunque no fue hasta 1542 cuando la segregación fue terminada. Fue la agricultura y la ganadería lo que sustentó la economía de Belmez hasta que en 1778, Don José Simón de Lillo descubrió carbón en su subsuelo. En 1881 llegó al norte de la provincia la Sociedad Minero Metalúrgica de Peñarroya, hasta que en 1961, a raíz de que esta empresa abandona su actividad minera se crea por Real Decreto legislativo la Empresa Nacional Carbonífera del Sur.

Todo lo que necesitas saber de Belmez