Que la gran inmensa mayoría de los españoles está hasta las narices de lo políticos y consecuentemente de la situación en la que nos encontramos en la actualidad por su culpa es algo obvio.
Muestra de ello es salir a la calle y escuchar a la gente echar peste por sus bocas, y con cierta razón, porque lejos de ser prioritario el pueblo, nuestros políticos están a ver quién se hace más la puñeta entre ellos, quien queda mejor vendiéndonos humo, y a fin de cuenta, queriendo estar en la cima de todo.
Como todos sabemos, una vez más, tenemos elecciones el próximo domingo, y una vez más todo apunta a que los resultados variarán poco de la pasadas elecciones, por lo que seguramente, una vez más también, estos “grandes políticos” no lleguen a ningún acuerdo entre ellos, ya que lo dicho, parece importarles más la ostentación del poder que los propios ciudadanos.
Todos los que han gobernando este país legítimamente han hecho muchas cosas buenas y muchas otras no tanto. De humano es equivocares, y de humano es reconocer que nos hemos equivocado. Lo que no tiene sentido es ignorar los logros de unos y otros y proceder a hacerlos desaparecer por el simple hecho de que no han sido invención nuestra.
Lo ideal sería que, respetando y por qué no, luchando por los ideales de cada uno, se pudiera llegar a un acuerdo, un consenso, donde lo prioritario fuera el pueblo, la gente de a pié, que a fin de cuenta es quien paga sus sueldos, y a quienes deberían darse al cien por cien.
Dejando atrás radicalismo y cabezonería, trabajar en común todos y cada uno de los políticos en pro del ciudadano, reconociendo lo bueno que aporta uno u otro partido político, y claro está, oponiéndose a lo que no es tanto. Se trata de algo complicado, pero no imposible, ahora sí, hay que ser más humano y empático para poder alcanzarlo.
Utopía que en realidad debería de ser una obligación de todos los representantes políticos que optan a la presidencia, del mismo modo que todos y cada uno de los ciudadanos mayores de 18 años tiene la obligación y el deber de acudir, sé que es pesado, una vez más a las urnas y hacer valer así su voz y voto.
El hecho de no hacer valer su derecho al voto, anula por completo todo privilegio a quejarse a posteriori. Hasta el momento, lo que la mayoría ha elegido está valiendo de poco, ya que no se está tomando en cuenta para nada por los que se suponen van a representarnos como país, de ahí la importancia y responsabilidad como individuo de ir este domingo a votar, ya sea por el partido que sea, ya sea un voto nulo, pero se trata de hacernos oír.
