Al finalizar la Primera Guerra Mundial, una enfermedad de origen asiático provocada por un hongo era introducida en los países centroeuropeos, esa enfermedad afectaba al olmo y llego a la Península Ibérica en 1932. La enfermedad holandesa del olmo, no provocaba la muerte aunque desfiguraba la copa de éstos árboles. Sin embarguen 1980 una nueva estirpe agresiva de esta enfermedad penetra en España por San Sebastián y Huelva, su efecto no se hizo esperar y los olmos desaparecieron de gran parte del país en menos de 20 años. Hoy día, las olmedas deben considerarse una rareza botánica ya que han desaparecido de casi toda su área de distribución. En Extremadura aún contamos con algunas de estas formaciones al sur de la provincia de Badajoz, siendo esta una de las mejores.